martes, 24 de septiembre de 2013

El daño ambiental, por incendio, es incalculable en el parque Metropolitan

 Ayer, en el Parque Metropolitano.  Los bomberos aún encontraron focos de incendios en medio del bosque. Desde lo lejos se podía observar los bosques que se consumieron tras este hecho. Fotos Patricio Terán / EL COMERCIO TIEMPO DE LECTURA: 4' 50'' NO. DE PALABRAS: 812 JEEYLA BENÍTEZ. REDACTORA Martes 24/09/2013 Un ave muerta sobre el césped teñido de negro y ceniza es uno de los cuadros que se observan después del incendio que consumió por lo menos 30 hectáreas de bosque nativo en el Parque Metropolitano, en el norte de Quito. En esa superficie, los troncos de los eucaliptos están sin hojas y dejaron su color marrón por un tono plomo oscuro. El aroma mentolado de este árbol de la Sierra cambió por el olor picante que deja el humo al consumir las plantas; los arbustos del bosque son solo residuos de material incandescente. Esta escena se replica en Auqui, un bosque que está ubicado en una de las laderas de la av. Simón Bolívar, y que cruza a Guápulo. Grillos, saltamontes, insectos caían quemados ayer. Otros espacios verdes como el cerro Ungüí, Atacazo (Sur), Calacalí (noroccidente) y Monjas (oriente) también fueron afectados por las llamas. El ornitólogo y director del Zoológico de Guayllabamba, Juan Manuel Carrión, señaló que en ­accidentes como los ocurridos el fin de semana se pierde la casa de la flora y fauna: el bosque. Hace referencia al Parque Metropolitano y explica que en medio de los árboles una espesa hojarasca vive a la sombra de las plantas. Además, en los troncos caídos de los árboles hay un hábitat para invertebrados: saltamontes, escarabajos, escorpiones, arañas, libélulas. "Todo eso se pierde, se arrasa con el suelo calcinado". Carrión indica que se calcinan también las aves y los pequeños mamíferos, aunque algunos pueden alcanzar a huir. "Pero quizá el incendio sorprendió a muchos mamíferos que tienen hábitos nocturnos y que durante el día estaban escondidos en las madrigueras". Dentro de este grupo están los ratones de campo, anfibios, sapos, lagartijas y otros animales. En lo que tiene que ver con las aves, Carrión destaca que en este espacio del Metropolitano coexisten especies como colibríes, gorriones, tórtolas, el pájaro carpintero, una especie única de la parte andina del país. Además, hay especies de murciélagos. Javier Anangonó, un teatrero de 37 años, solía correr durante una hora por el lugar que ahora está calcinado en el Metropolitano. Él describe a ese sitio como un túnel con rayos de luz: "la vegetación era alta y formaban un arco. Había resplandor, el sol no me quemaba, las plantas me protegían", recuerda. Más imágenes: el cantar de los pájaros en este sitio era intenso. Aunque muy pocos atletas ocupaban estos senderos pues, según Anangonó, era un sitio dedicado a las bicicletas. Pero tampoco se veían muchas en el camino. Patricio Mena, botánico de Ecociencia, indica que habría que hacer un estudio para determinar los efectos reales del incendio. Sin embargo, explica que según el tiempo que duren las llamas, en el suelo puede quedar una pequeña cáscara, que después se limpia con la lluvia y puede volver a ser fértil. Pero, si son profundas las llamas, el suelo se muere y se vuelve infértil. Esto puede en lo posterior ser la causa de los derrumbes, pues uno de los papeles de los árboles es sostener el suelo. Si eso ocurriese, los sitios afectados serían las avenidas Simón Bolívar y Granados. Mena sostiene que en el Parque Metropolitano se quemaron además los eucaliptos que llegaron al país hace unos 150 años atrás. Este árbol tiene capacidad regenerativa. "A veces se ven grandes incendios, grandes extensiones de bosques, de eucaliptos, que luego de un incendio reaparecen". Ahora, los biólogos solamente esperan que las lluvias ayuden a recuperar lo destruido, aunque una parte de la vegetación (plantas nativas) que crece a la sobra de los eucaliptos se perderá. Por ejemplo, la chilca, romaria, zapatitos. Hasta ayer, en el Municipio de Quito esperaban tener un informe para saber exactamente qué especies de flora y fauna se destruyeron. Lo que sí se sabe es que allí vivían más de un centenar de especies animales y plantas que allí existían. Efectos al ecosistema Según el ornitólogo Juan Manuel Carrión, en los cerros como el Ungüí el bosque es húmedo, la diversidad de la vegeta­ción es más rica: hay plantas como bromelias, pumamaqui, chilca, tishare, sagalita. Otra especie afectada en  el Ungüí es el cóndor que, según Carrión, también es visto en esta zona. Allí las aves rapaces no van a tener qué cazar y se podría perder un ecosistema. Calacalí también tiene un  bosque húmedo porque recibe la neblina del Pululahua. Allí la vegetación es similar a la que posee el cerro Ungüí.

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