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Habla de la fertilidad, de la reciprocidad con la naturaleza, de la madurez del cultivo y de la construcción de casas. Rogelio Simbaña vive en Tola Chica, una comunidad del nororiente de Quito.
Levantar con tierra las paredes de la casa donde vivirá es volver a sus raíces bajo el concepto de bioconstrucción. Esta es una técnica que usa materiales locales, naturales y de bajo impacto ambiental.
El miércoles, Rogelio y su hermana Susana trabajaban. Ella removía la tierra con un azadón, su hermano la mojaba, la amoldaba poco a poco y la pared tomaba forma.
Junto a ellos, Javier Carrera recordaba que en noviembre del 2011 colocó la primera piedra de la casa que levantó bajo el mismo concepto. Lo hizo en Tumbaco, un sector del nororiente de Quito).
El diseño de la vivienda hecha con superadobe (tierra arcillosa empacada en tubos elaborados con tela para galpón avícola), caña guadúa, eucalipto y botellas recicladas fue plasmado en un dibujo hecho en la arena de la playa. Así, Carrera y su esposa visualizaron el sueño de habitar en un sitio acogedor, económico, hecho por ellos y con el menor impacto ambiental posible.
La entrada de la casa de 200 m simula un zaguán, un lugar de ingreso atribuido a las casonas ancestrales. Una parte del piso de la primera planta es de tierra, el constructor dice que así se quedará. "Se mantendrá caliente gracias a un sistema térmico por medio de un fogón a leña ubicado en la sala".
Las paredes lucen blancas, pero no es pintura, sino cal, una piedra que al ser molida y mezclada con agua se forma una 'lechada' que remplaza a la pintura.
El acceso al segundo piso es por una escalera en espiral de caña guadúa, "una madera que al ser cosechada, el árbol no muere", por lo que se le considera un recurso natural renovable.
En cuanto a los servicios básicos, además del agua potable, contará con sistema de recolección de agua lluvia que les servirá para bañarse y regar el jardín. Las ventanas son amplias lo que permite buena entrada de luz y ahorro de energía.
Uno de los sitios verdes de la vivienda es el baño. Ahí Carrera y su esposa implementarán un invernadero. Además, el sanitario que instalaron es abonero, es decir, funciona como una letrina, no usa agua y el objetivo es que los desechos se transformen en abono. "Estos sanitarios tienen un caja de recolección, cuando uno se llena se abre otro, mientras tanto, la materia orgánica recolectada cumple su ciclo natural y se convierte en abono.
Las viviendas de pueblos originarios se acercan más a lo ecológico. Lo dice Handel Guayasamín, presidente del Colegio de Arquitectos de Pichicha. "Cuando estas casas eran derrocadas no había contaminación, porque al ser de tierra volvían a su origen de forma natural", Para él, la bioconstrucción y la arquitectura sostenible con el ambiente ganan espacio en el país. Pero aclara que no debe ser tratado como un tema de moda, sino como algo "para vivir mejor".
En minga, Carrea, su esposa y algunos amigos levantaron la casa. Bajo esa lógica, también se edificó el colegio Marco Nahuel, en Pachijal (noroccidente de Quito). Ahí, comuneros, maestros, estudiantes, la Fundación Nahuel y el arquitecto Oswaldo Enríquez participaron de la construcción ecológica.
Las 44 columnas del colegio son de pambil, una madera propia de la zona. Los comuneros cortaron los troncos, que miden y la transportaron hasta el colegio. El uso de energía eléctrica es mínimo, porque el diseño garantizó la entrada correcta de luz y ventilación.
Los baños del centro educativo cuentan con un sistema de pozos que mediante un proceso de decantación de sólidos vuelve a la naturaleza como agua de riego. Benigno Pérez, comunero de Pachijal comentó que en la parte posterior del colegio se sembró pambil. Así, si el colegio necesita remplazar alguna biga, lo pueden hacer con el material que provee la naturaleza.
En la urbe capitalina también crece el interés por la construcción sustentable. Antonio Naranjo, de ENNE Arquitectos, una de las firmas que busca certificar mundialmente el primer edificio "verde" en el país, sostiene que para que una construcción obtenga esta acreditación se valora eficiencia en el consumo de agua y luz, selección de materiales y recursos, y la utilización de tecnologías.
Estas características forman parte del edificio residencial Cubic, ubicado en el norte de Quito. Al igual que en la bioconstrucción se utiliza técnicas basadas en prácticas sustentables antiguas. El valor agregado es que esas técnicas se vinculan con nuevas tecnologías. Como por ejemplo, la implementación de vidrio Low E que mejora el 35% la capacidad de aislamiento térmico y es ideal para mantener el calor dentro del edificio sin usar calefacción, la instalación de inodoros ecoeficientes que utilizan menor cantidad de agua, pero mayor presión de aire que obtiene el mismo resultado que uno normal.
Naranjo indica que la industria de la construcción es una de las más contaminantes. Por ello, las varillas que se usaron para levantar la oficina de ENN Arquitectos, ubicadas junto al Cubic, fueron recicladas. Además construyeron una terraza vertical y un pequeño huerto. De ahí, Naranjo y sus compañeros se proveen de plantas naturales para su consumo personal. Esta iniciativa también se implementará en el edifico el Cubic y en la casa de Javier Carrera. ¿El propósito?, vivir y alimentarse ecologicamente.
Levantar con tierra las paredes de la casa donde vivirá es volver a sus raíces bajo el concepto de bioconstrucción. Esta es una técnica que usa materiales locales, naturales y de bajo impacto ambiental.
El miércoles, Rogelio y su hermana Susana trabajaban. Ella removía la tierra con un azadón, su hermano la mojaba, la amoldaba poco a poco y la pared tomaba forma.
Junto a ellos, Javier Carrera recordaba que en noviembre del 2011 colocó la primera piedra de la casa que levantó bajo el mismo concepto. Lo hizo en Tumbaco, un sector del nororiente de Quito).
El diseño de la vivienda hecha con superadobe (tierra arcillosa empacada en tubos elaborados con tela para galpón avícola), caña guadúa, eucalipto y botellas recicladas fue plasmado en un dibujo hecho en la arena de la playa. Así, Carrera y su esposa visualizaron el sueño de habitar en un sitio acogedor, económico, hecho por ellos y con el menor impacto ambiental posible.
La entrada de la casa de 200 m simula un zaguán, un lugar de ingreso atribuido a las casonas ancestrales. Una parte del piso de la primera planta es de tierra, el constructor dice que así se quedará. "Se mantendrá caliente gracias a un sistema térmico por medio de un fogón a leña ubicado en la sala".
Las paredes lucen blancas, pero no es pintura, sino cal, una piedra que al ser molida y mezclada con agua se forma una 'lechada' que remplaza a la pintura.
El acceso al segundo piso es por una escalera en espiral de caña guadúa, "una madera que al ser cosechada, el árbol no muere", por lo que se le considera un recurso natural renovable.
En cuanto a los servicios básicos, además del agua potable, contará con sistema de recolección de agua lluvia que les servirá para bañarse y regar el jardín. Las ventanas son amplias lo que permite buena entrada de luz y ahorro de energía.
Uno de los sitios verdes de la vivienda es el baño. Ahí Carrera y su esposa implementarán un invernadero. Además, el sanitario que instalaron es abonero, es decir, funciona como una letrina, no usa agua y el objetivo es que los desechos se transformen en abono. "Estos sanitarios tienen un caja de recolección, cuando uno se llena se abre otro, mientras tanto, la materia orgánica recolectada cumple su ciclo natural y se convierte en abono.
Las viviendas de pueblos originarios se acercan más a lo ecológico. Lo dice Handel Guayasamín, presidente del Colegio de Arquitectos de Pichicha. "Cuando estas casas eran derrocadas no había contaminación, porque al ser de tierra volvían a su origen de forma natural", Para él, la bioconstrucción y la arquitectura sostenible con el ambiente ganan espacio en el país. Pero aclara que no debe ser tratado como un tema de moda, sino como algo "para vivir mejor".
En minga, Carrea, su esposa y algunos amigos levantaron la casa. Bajo esa lógica, también se edificó el colegio Marco Nahuel, en Pachijal (noroccidente de Quito). Ahí, comuneros, maestros, estudiantes, la Fundación Nahuel y el arquitecto Oswaldo Enríquez participaron de la construcción ecológica.
Las 44 columnas del colegio son de pambil, una madera propia de la zona. Los comuneros cortaron los troncos, que miden y la transportaron hasta el colegio. El uso de energía eléctrica es mínimo, porque el diseño garantizó la entrada correcta de luz y ventilación.
Los baños del centro educativo cuentan con un sistema de pozos que mediante un proceso de decantación de sólidos vuelve a la naturaleza como agua de riego. Benigno Pérez, comunero de Pachijal comentó que en la parte posterior del colegio se sembró pambil. Así, si el colegio necesita remplazar alguna biga, lo pueden hacer con el material que provee la naturaleza.
En la urbe capitalina también crece el interés por la construcción sustentable. Antonio Naranjo, de ENNE Arquitectos, una de las firmas que busca certificar mundialmente el primer edificio "verde" en el país, sostiene que para que una construcción obtenga esta acreditación se valora eficiencia en el consumo de agua y luz, selección de materiales y recursos, y la utilización de tecnologías.
Estas características forman parte del edificio residencial Cubic, ubicado en el norte de Quito. Al igual que en la bioconstrucción se utiliza técnicas basadas en prácticas sustentables antiguas. El valor agregado es que esas técnicas se vinculan con nuevas tecnologías. Como por ejemplo, la implementación de vidrio Low E que mejora el 35% la capacidad de aislamiento térmico y es ideal para mantener el calor dentro del edificio sin usar calefacción, la instalación de inodoros ecoeficientes que utilizan menor cantidad de agua, pero mayor presión de aire que obtiene el mismo resultado que uno normal.
Naranjo indica que la industria de la construcción es una de las más contaminantes. Por ello, las varillas que se usaron para levantar la oficina de ENN Arquitectos, ubicadas junto al Cubic, fueron recicladas. Además construyeron una terraza vertical y un pequeño huerto. De ahí, Naranjo y sus compañeros se proveen de plantas naturales para su consumo personal. Esta iniciativa también se implementará en el edifico el Cubic y en la casa de Javier Carrera. ¿El propósito?, vivir y alimentarse ecologicamente.

El impacto ambiental sobre el Ecuador y todo el mundo ha sido extremadamente feroz por este motivo se han implementado un sin numero de tecnicas para el ccuidado de nuestro ambiente. Me parece muy curioso y a la vez eficaz estas medidas, es una forma innovadora de vivir. El uso del adobe reemplazando al cemento y la cal reemplazando a la pintura son maneras que a la final aportan a un medio sin tanta contaminacion. Espero que en un tiempo no muy lejano se pueda vivir de una forma mas saludable sin atropellar a la naturaleza.
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