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Una punzada, como una descarga eléctrica, le atravesó el cuerpo. Desde la coronilla hasta los pies sintió el cimbrón. La puerta cerrada de la habitación de su hijo la alteró. Sentía que le faltaba la respiración. Presagiaba algo malo. Lo comprobó cuando se acercó hasta la ventana que da al pasillo. A través de las cortinas marrones miró que el cuerpo de Guillermo G. colgaba del techo.
Rita L. aún recuerda la cara azulada de su hijo. Estaba a punto de cumplir 19 años. Fue el jueves 5 de septiembre pasado en Guamaní (sur de Quito) Ese día, a las 07:00, ella fue a buscarlo al cuarto para que bajara a desayunar.
El joven escribió una carta en su blog. La subió una semana antes. Fue la despedida de una vida que le dolía: “Tratas de pensar en cosas que te alegren, en planes a futuro, en deseos, en metas. Pero no encuentras nada, porque nada tiene sentido, porque no hay nada, porque estás hueco. Porque se olvidaron de ponerte relleno y eres solo un material opaco y quebradizo que contiene un montón de nada”.
Según la Asociación Internacional para la Prevención del Suicidio, con sede en EE.UU., más de la mitad de las personas que se suicidan está deprimida.
En el 2011, en el país se diagnosticaron 7 179 personas con depresión y 2 334 casos de intentos de suicidio. Así lo reportó el Informe Mundial de Violencia y Salud de la Organización Mundial de la Salud, en ese mismo año.
Ruth García, psicóloga clínica que atiende a pacientes con este padecimiento, asegura que en los últimos tres años hay un aumento de suicidios. “Al año puedo tener hasta 80 pacientes que están deprimidos. De estos al menos la mitad piensa que su vida no tiene valor.
Según la psicóloga, los problemas matrimoniales, una relación amorosa rota o problemática o una reciente pérdida personal pueden precipitar la depresión.
Entre enero y agosto pasado, se reportaron 123 casos de suicidios en Quito. Esta cifra es menor a los 114 homicidios registrados, señala el Observatorio Metropolitano de Seguridad Ciudadana. El lunes de la semana pasada sucedió el último caso. El reporte policial aseguró que una joven de 26 años se habría lanzado desde el sexto piso de un edificio universitario.
Ahora la Policía investiga qué pudo pasarle. “Un factor como la ruptura de una relación personal se considera la gota que derrama el vaso”, dice García. La experta agrega que el suicidio es, a menudo, el acto final de una serie de comportamientos autodestructivos. Estas conductas, detalla, son frecuentes entre las personas con experiencias traumáticas en su niñez, especialmente las que padecieron abusos o negligencia.
Los problemas de Guillermo se iniciaron en su infancia. Su madre reconoce que su exesposo era un hombre violento y alcohólico. Su hijo experimentó mucho de esos malos tratos. A los 16 años se refugió en una chica, “la quería mucho, pero la relación no resultó bien”. A partir de allí el joven comenzó a desear morirse.
El alcohol causa remordimiento e ideas suicidas
Fernando Ch. recuerda que en la habitación donde encontraron el cuerpo de su primo, Luis Ch., había una botella de alcohol. Sobre el sofá los cadáveres de su cuñada, Hilda A., de 25 años, y el de su sobrino de 5 años.
Según el reporte de Homicidios del 18 de septiembre pasado, la familia se había envenenado con fungicida. El allegado explica que solo su primo sobrevivió y está encarcelado mientras se investiga.
Por ahora, solo recuerda que Luis estaba desesperado porque hace un año no encontraba trabajo. Hace cuatro meses, su primo dejó su vivienda en el sector de Turubamba, en el sur de Quito, y se mudó con su familia a la casa de sus suegros.“Tenían problemas con su mujer. No sé si eso motivó que intentara matarse”. Este no es el primer suicidio que se da en la familia de Fernando. Hace dos años, el hermano de Luis se ahorcó. “A raíz de eso se dedicó a la bebida”.
El psiquiatra Luis Moya explica que el alcohol incrementa el riesgo de conducta suicida porque agrava los sentimientos depresivos y disminuye el autocontrol.
De acuerdo con el especialista, alrededor de la mitad de los que intentan el suicidio está intoxicada en el momento de hacerlo. “El alcoholismo causa a menudo sentimientos de profundo remordimiento en períodos de sobriedad”.
Moya, quien desde hace 30 años trata problemas de adicciones, asegura que las personas que padecen dependencia a narcóticos son muy propensas al suicidio, “incluso cuando están sobrias o limpias”.
El terapeuta familiar Fernando Utreras indica que hay otros factores de tipo afectivo que conllevan al consumo de drogas, sobre todo en los jóvenes hasta 24 años.
Él detalla que lo que más afecta a un adolescente son los problemas personales en el entorno familiar o de pareja. Luego, en el colegio. “El incremento de los suicidios se da porque el medio en donde se desarrollan los adolescentes ahora es más hostil que en el que crecí yo, por ejemplo”.
Los factores orgánicos también influyen en la decisión
El médico emergenciólogo Luis Recalde dice que “los que padecen epilepsia experimentar episodios depresivos breves pero intensos”. Esto, unido a la disponibilidad de fármacos para tratar su enfermedad, incrementa el factor de peligro para esta conducta.
Sin embargo, García afirma que la depresión es el factor que más se repite en un caso de suicidio. Tras la muerte de Guillermo, Rita reconoce que sabía que su hijo estaba deprimido. Un año antes le habló de morirse, también le preguntó cómo lo recordaría.
Mientras los agentes de Homicidios bajaban por las gradas con el cuerpo de Guillermo envuelto en una sábana, su madre se sentó en el comedor contemplando cómo la taza de avena de su hijo se enfriaba. “Solo pensaba que no le ayudé”.
Ella recuerda que su hijo nunca tuvo problemas para relacionarse con amigos. “Pero llegaba a un punto que todo le fastidiaba”.
Los mismos sentimientos experimenta Cristina, de 24 años. Ella recibe atención psicológica desde hace seis meses. La primera vez que buscó ayuda, su terapeuta le preguntó qué quería lograr con el tratamiento. “Quiero despertar con ganas de levantarme de la cama”.
Con la ayuda profesional intenta solucionar sus problemas personales. “Siempre trato de tener algo a lo cual aferrarme: la universidad, el trabajo, mis amigos, lo que sea. A veces, es como si nada valiera la pena, como si el mundo estuviera tan dañado en sí mismo, desde sus entrañas y me frustra”.
Hasta ahora nunca ha atentado contra su vida. Aunque la idea de hacerlo sí ha pasado por su mente. “No lo haré”. La joven dice que siempre hay una salida para todo.
Los datos en el país
Según el Instituto Ecuatoriano de Estadística y Censos, el suicidio ocupa una de las 10 primeras causas de muerte en el 2011.
Entre 2000 y 2007 se registraron 1 231 casos, según el Sistema Integrado de Indicadores Sociales del Ecuador. En el 2009, la cifra creció a 900 casos.
En los últimos 45 años las tasas de suicidio han aumentado en un 60% a escala mundial. El suicidio es una de las tres primeras causas de defunción entre las personas de 15 a 44 años en algunos países.
A escala nacional, en 2012 se contabilizaron 913 casos con una tasa de 6,3 por cada 100 000 habitantes. De estos, 659 hombres se quitaron la vida frente a 254 que fueron mujeres.
Punto de vista
María Isabel Haro, psicóloga
‘El suicidio afecta a los familiares’
Un suicidio consumado tiene un fuerte impacto emocional en cualquier persona implicada. La familia de la persona, sus amistades y su médico pueden sentirse culpables, avergonzados y con remordimiento por no haber podido evitar el suicidio. También pueden sentir ira contra quien se ha quitado la vida.
Finalmente, se dan cuenta de que no podían estar al corriente de todo o de que no son todopoderosos y que el suicidio, la mayoría de las veces, no puede impedirse.
Los parientes de una persona que se provoca la muerte también requieren atención psicológica. La Organización Mundial de la Salud señala que un antecedente de suicidio en la familia aumenta el riesgo de otro caso, hasta cinco veces más. Los remordimientos, las pesadillas en las que el ser querido muere, afectan a la psiquis.
En mi experiencia, he visto que los padre y hermanos sienten vergüenza porque, luego de un suicidio, todos piensan que no fueron buenos o que no ayudaron lo suficiente. Lo importante es que la familia acepte la muerte.
Rita L. aún recuerda la cara azulada de su hijo. Estaba a punto de cumplir 19 años. Fue el jueves 5 de septiembre pasado en Guamaní (sur de Quito) Ese día, a las 07:00, ella fue a buscarlo al cuarto para que bajara a desayunar.
El joven escribió una carta en su blog. La subió una semana antes. Fue la despedida de una vida que le dolía: “Tratas de pensar en cosas que te alegren, en planes a futuro, en deseos, en metas. Pero no encuentras nada, porque nada tiene sentido, porque no hay nada, porque estás hueco. Porque se olvidaron de ponerte relleno y eres solo un material opaco y quebradizo que contiene un montón de nada”.
Según la Asociación Internacional para la Prevención del Suicidio, con sede en EE.UU., más de la mitad de las personas que se suicidan está deprimida.
En el 2011, en el país se diagnosticaron 7 179 personas con depresión y 2 334 casos de intentos de suicidio. Así lo reportó el Informe Mundial de Violencia y Salud de la Organización Mundial de la Salud, en ese mismo año.
Ruth García, psicóloga clínica que atiende a pacientes con este padecimiento, asegura que en los últimos tres años hay un aumento de suicidios. “Al año puedo tener hasta 80 pacientes que están deprimidos. De estos al menos la mitad piensa que su vida no tiene valor.
Según la psicóloga, los problemas matrimoniales, una relación amorosa rota o problemática o una reciente pérdida personal pueden precipitar la depresión.
Entre enero y agosto pasado, se reportaron 123 casos de suicidios en Quito. Esta cifra es menor a los 114 homicidios registrados, señala el Observatorio Metropolitano de Seguridad Ciudadana. El lunes de la semana pasada sucedió el último caso. El reporte policial aseguró que una joven de 26 años se habría lanzado desde el sexto piso de un edificio universitario.
Ahora la Policía investiga qué pudo pasarle. “Un factor como la ruptura de una relación personal se considera la gota que derrama el vaso”, dice García. La experta agrega que el suicidio es, a menudo, el acto final de una serie de comportamientos autodestructivos. Estas conductas, detalla, son frecuentes entre las personas con experiencias traumáticas en su niñez, especialmente las que padecieron abusos o negligencia.
Los problemas de Guillermo se iniciaron en su infancia. Su madre reconoce que su exesposo era un hombre violento y alcohólico. Su hijo experimentó mucho de esos malos tratos. A los 16 años se refugió en una chica, “la quería mucho, pero la relación no resultó bien”. A partir de allí el joven comenzó a desear morirse.
El alcohol causa remordimiento e ideas suicidas
Fernando Ch. recuerda que en la habitación donde encontraron el cuerpo de su primo, Luis Ch., había una botella de alcohol. Sobre el sofá los cadáveres de su cuñada, Hilda A., de 25 años, y el de su sobrino de 5 años.
Según el reporte de Homicidios del 18 de septiembre pasado, la familia se había envenenado con fungicida. El allegado explica que solo su primo sobrevivió y está encarcelado mientras se investiga.
Por ahora, solo recuerda que Luis estaba desesperado porque hace un año no encontraba trabajo. Hace cuatro meses, su primo dejó su vivienda en el sector de Turubamba, en el sur de Quito, y se mudó con su familia a la casa de sus suegros.“Tenían problemas con su mujer. No sé si eso motivó que intentara matarse”. Este no es el primer suicidio que se da en la familia de Fernando. Hace dos años, el hermano de Luis se ahorcó. “A raíz de eso se dedicó a la bebida”.
El psiquiatra Luis Moya explica que el alcohol incrementa el riesgo de conducta suicida porque agrava los sentimientos depresivos y disminuye el autocontrol.
De acuerdo con el especialista, alrededor de la mitad de los que intentan el suicidio está intoxicada en el momento de hacerlo. “El alcoholismo causa a menudo sentimientos de profundo remordimiento en períodos de sobriedad”.
Moya, quien desde hace 30 años trata problemas de adicciones, asegura que las personas que padecen dependencia a narcóticos son muy propensas al suicidio, “incluso cuando están sobrias o limpias”.
El terapeuta familiar Fernando Utreras indica que hay otros factores de tipo afectivo que conllevan al consumo de drogas, sobre todo en los jóvenes hasta 24 años.
Él detalla que lo que más afecta a un adolescente son los problemas personales en el entorno familiar o de pareja. Luego, en el colegio. “El incremento de los suicidios se da porque el medio en donde se desarrollan los adolescentes ahora es más hostil que en el que crecí yo, por ejemplo”.
Los factores orgánicos también influyen en la decisión
El médico emergenciólogo Luis Recalde dice que “los que padecen epilepsia experimentar episodios depresivos breves pero intensos”. Esto, unido a la disponibilidad de fármacos para tratar su enfermedad, incrementa el factor de peligro para esta conducta.
Sin embargo, García afirma que la depresión es el factor que más se repite en un caso de suicidio. Tras la muerte de Guillermo, Rita reconoce que sabía que su hijo estaba deprimido. Un año antes le habló de morirse, también le preguntó cómo lo recordaría.
Mientras los agentes de Homicidios bajaban por las gradas con el cuerpo de Guillermo envuelto en una sábana, su madre se sentó en el comedor contemplando cómo la taza de avena de su hijo se enfriaba. “Solo pensaba que no le ayudé”.
Ella recuerda que su hijo nunca tuvo problemas para relacionarse con amigos. “Pero llegaba a un punto que todo le fastidiaba”.
Los mismos sentimientos experimenta Cristina, de 24 años. Ella recibe atención psicológica desde hace seis meses. La primera vez que buscó ayuda, su terapeuta le preguntó qué quería lograr con el tratamiento. “Quiero despertar con ganas de levantarme de la cama”.
Con la ayuda profesional intenta solucionar sus problemas personales. “Siempre trato de tener algo a lo cual aferrarme: la universidad, el trabajo, mis amigos, lo que sea. A veces, es como si nada valiera la pena, como si el mundo estuviera tan dañado en sí mismo, desde sus entrañas y me frustra”.
Hasta ahora nunca ha atentado contra su vida. Aunque la idea de hacerlo sí ha pasado por su mente. “No lo haré”. La joven dice que siempre hay una salida para todo.
Los datos en el país
Según el Instituto Ecuatoriano de Estadística y Censos, el suicidio ocupa una de las 10 primeras causas de muerte en el 2011.
Entre 2000 y 2007 se registraron 1 231 casos, según el Sistema Integrado de Indicadores Sociales del Ecuador. En el 2009, la cifra creció a 900 casos.
En los últimos 45 años las tasas de suicidio han aumentado en un 60% a escala mundial. El suicidio es una de las tres primeras causas de defunción entre las personas de 15 a 44 años en algunos países.
A escala nacional, en 2012 se contabilizaron 913 casos con una tasa de 6,3 por cada 100 000 habitantes. De estos, 659 hombres se quitaron la vida frente a 254 que fueron mujeres.
Punto de vista
María Isabel Haro, psicóloga
‘El suicidio afecta a los familiares’
Un suicidio consumado tiene un fuerte impacto emocional en cualquier persona implicada. La familia de la persona, sus amistades y su médico pueden sentirse culpables, avergonzados y con remordimiento por no haber podido evitar el suicidio. También pueden sentir ira contra quien se ha quitado la vida.
Finalmente, se dan cuenta de que no podían estar al corriente de todo o de que no son todopoderosos y que el suicidio, la mayoría de las veces, no puede impedirse.
Los parientes de una persona que se provoca la muerte también requieren atención psicológica. La Organización Mundial de la Salud señala que un antecedente de suicidio en la familia aumenta el riesgo de otro caso, hasta cinco veces más. Los remordimientos, las pesadillas en las que el ser querido muere, afectan a la psiquis.
En mi experiencia, he visto que los padre y hermanos sienten vergüenza porque, luego de un suicidio, todos piensan que no fueron buenos o que no ayudaron lo suficiente. Lo importante es que la familia acepte la muerte.
La dependencia de drogas en la juventud es una verdad que esta latente ,implica a toda la familia ya que tiene un impacto emocional teniendo una conducta de suicidio , debe tratarse con un experto para que pueda ser ayudado.
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